La meta de la nueva vida en Cristo es
que los hijos de Dios exhiban la “melodía y armonía” de Dios en su conducta.
¿Qué melodía? La canción de Dios de justicia. ¿Qué armonía? La armonía entre la
justicia de Dios y nuestra obediencia.
Únicamente andando en la maravillosa
ley de Dios podemos estar seguros de nuestra adopción como hijos del Padre.
La ley de Dios contiene en sí misma la
dinámica de la nueva vida por medio de la cual Dios restaura Su imagen en
nosotros; pero por naturaleza somos perezosos y negligentes, por lo cual
necesitamos la ayuda y el estimulo de un principio que nos guie en nuestros
esfuerzos. Un sincero arrepentimiento de
corazón no garantiza que no nos desviemos del camino recto. Es más, muchas
veces nos encontramos perplejos y desconcertados. Busquemos pues en la escritura el principio
fundamental para reformar y encauzar nuestra vida.
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