viernes, 18 de marzo de 2016

“NO ES COMO LO PINTAN”

        


Uno de los entretenimientos más populares de los últimos años ha sido la televisión por cable, decenas de canales son ofertados con cientos de programas, miles  de películas y series de toda clase y temática están al alcance de un simple “click” en el control remoto.

En ese océano de información la cadena televisiva FOX ha lanzado  su nueva serie la que busca convertirse en un  éxito “Lucifer Morningstar” es su título  y ya ha causado controversia.

La serie cuenta la historia de Lucifer Morningstar quien es el señor del infierno, este personaje lo conocemos como Satanás, el se encuentra aburrido del infierno por lo cual  lo cierra y termina  mudándose  a la ciudad de Los Ángeles, allí abre un Club Nocturno exclusivo donde prima la música y la diversión, pero el asesinato de una cantante ocurre y esto lleva a Lucifer a sentir compasión por las personas y un deseo de justicia brota de si, es así que comienza a colaborar con la policía en la resolución de crímenes en la ciudad. 

No es de extrañarse que en la sociedad contemporánea donde se valora los antivalores, donde lo malo es exaltado como loable y lo bueno rechazado como obsoleto y retrogrado, la imagen de Satanás sea exaltada, primero que nada es muy atractivo y divertido, todas las señoritas suspiran por él, es el bueno,  ama la justicia y quiere que se castigue la maldad,  es un ciudadano modelo digno de ser imitado, alguien con quien podemos contar.

Pero esta no es la imagen que la Biblia nos muestra de Satanás, se lo llama “enemigo de Dios”, aquel que quiere destruir al pueblo de Dios, el Señor Jesús lo definió: “el ladrón no vino sino para robar, matar y destruir” (Juan 10:10),  él es asesino, ladrón y destructor, es el acusador de los hermanos, el león rugiente que asecha para matar.  La Escritura  nos revela la verdadera identidad de Lucifer, estemos apercibidos y vigilantes, porque Satanás no es como Hollywood nos lo pinta.  DJMM

viernes, 4 de marzo de 2016

“SALVOS SIEMPRE SALVOS”

      


La doctrina de la perseverancia no se basa en nuestra capacidad para perseverar, ni siquiera si somos regenerados, sino que se apoya en la promesa que Dios ha hecho de preservarnos.  Pablo escribiendo a los Filipenses, dice: “Estando persuadido de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).  Es por gracia y solo por gracia que los cristianos perseveran. Dios acabará la obra que comenzó. Se asegurará que sus propósitos en la elección no se vean frustrados.

La cadena de salvación de Romanos 8 nos da un testimonio adicional sobre esta esperanza: “Y a los que predestino, a estos también llamo, y a los que llamó, a estos también justificó y a los que justifico, a estos también glorificó” (Romanos 8:30).  Y luego continua para declarar que: “ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).  Tenemos esta seguridad porque la salvación es del Señor y somos hechura suya. El da el Espíritu Santo a todos los creyentes como una promesa que ha de completar lo que comenzó. Nos ha marcado con una marca indeleble y nos ha dado su persona como primer depósito, lo que garantiza que cumplirá con la transacción.

La base principal de esta confianza la encontramos en la obra de Cristo como Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros. De la misma forma en la que el Señor oro por la restauración de Pedro (pero no por la de Judas) así ora por nuestra restauración cuando tropezamos y caemos.

Podremos caer por un momento pero nunca caeremos del todo e irreparablemente. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebata de mi mano. Mi padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre, mi Padre y yo somos uno”  (Juan 10:27-30).                                             (R. C. Sproul)                                                             

viernes, 19 de febrero de 2016

“LA MESA Y SUS INVITADOS”




El Señor ha instituido dos sacramentos para el fortalecimiento de la fe de sus hijos, el Bautismo y la Santa Cena, no podemos poner uno sobre el otro, los dos tienen el mismo valor, pero la Santa Cena subraya otro aspecto de la fe: La comunión con el Autor y objeto de la fe, el Señor Jesucristo.

En la Santa Cena el creyente confiesa su fe y celebra en el sacramento la comunión con el Salvador y Dueño de la mesa.  El pan de la Santa Cena señala el cuerpo de Cristo, por ello es “partido” señalando de esa manera el cuerpo de Cristo sacrificado en la cruz del Gólgota.

Este pan es repartido entre los creyentes lo que señala que lo que hizo Cristo en la cruz lo hizo para cada creyente y al mismo tiempo esta comunión entre Cristo y Su iglesia hace que haya comunión entre los hijos de Dios.  Luego el pan es comido y gozado, señalando a Cristo quien es el verdadero alimento de la fe.  Podemos contemplar cuanta riqueza hay en la señal del pan.

El vino señala la sangre de Cristo que fue derramada en el Gólgota, al ser servido entre los participantes señala la limpieza y purificación espiritual que tiene eficacia en todos los hijos de Dios y al ser compartido el vino señala a esa comunión de los hijos de Dios con Cristo y la de los santos entre sí.

En la Santa Cena el Señor muestra que hay una separación en la Iglesia visible, ya que esta es instituida no para toda la iglesia (visible) sino para los hijos de Dios (no olvidemos que dentro de la iglesia visible crecen juntos el trigo y la cizaña), es decir la Santa Cena muestra una participación activa de los creyentes por lo que el apóstol Pablo exhorta a examinarse si se es de la verdadera fe.  En la Santa Cena el Dueño de la mesa el Señor Jesucristo quiere encontrarse allí únicamente con sus hijos. “Por  tanto, pruébese cada uno a si mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” 
(1 Corintios 11:28).                                                                                                                          (H. Hoffman -  DJMM)

sábado, 13 de febrero de 2016

“¡EN UN SUPERTAZON SE CUECEN LAS HABAS!”



        

El fin de semana pasado  114,4 millones de personas pudieron mirar la gran final del Supertazón entre los Seahawks Nueva Inglaterra y los Broncos de Seattle, con el triunfo del equipo de los Seahawks.  Los records de audiencia fueron rotos tanto en televisión  pagada, como en internet con la trasmisión del juego.

Como siempre el entre tiempo es el espacio mas deseado para promocionar productos por medio de propagandas, hace un año el Gobierno Ecuatoriano presento en este espacio la campaña “All you need is Ecuador” con el anhelo de promocionar las maravillas naturales que representan un potencial turístico fantástico.

En este año el supertazón se llevo a cabo en la ciudad de San Francisco y se caracterizo por vestirse de arco iris; con la leyenda de “Cree en el amor” la edición 50 del supertazón fue una proclama a favor del matrimonio homosexual.   Recordemos que San Francisco ha sido considerada como el “epicentro de los derechos gay” y es la ciudad mas “amistosa” con el movimiento GLBTI, en el 2003 el alcalde Gavyn Newsom  ordenó la realización de matrimonios homosexuales, diez años antes que la Corte Suprema los legalizara.

Todo fue “fríamente calculado”, era el momento preciso para con la ayuda de artistas reconocidos  promocionar al matrimonio homosexual como lo más normal y  deseado, cada día se intensifica  la influencia del minoritario movimiento gay que intenta determinar la conducta de la mayoría de la población,  que no nos asombre ni atemorice este embate,  recordemos las palabras del Señor:   “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda injusticia e impiedad de los hombres que detienen con injusticia la verdad... Profesando ser sabios se hicieron necios…por lo cual también Dios los entrego a la inmundicia, en la concupiscencia de sus corazones ..Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen ” (Romanos 1:22-28).                      DJMM

domingo, 7 de febrero de 2016

¡COMBATAMOS AL ZIKA!

      


Ha pasado un poco más de un año que nos enfrentábamos con la epidemia de la Chikungunya,  el temor, el miedo se apoderaba de la población, pero así como llegó paso. 

Hoy una nueva “amenaza” se cierne sobre la humanidad, el temible virus del Zika,  aunque según los especialistas sus efectos son menos fuertes que los de su antecesora la Chikungunya  también se la acusa  de ser  la causante de la microcefalia fetal. Según el gobierno brasileño se han registrado cerca de cuatro mil casos comprobados.

Los países latinoamericanos han comenzado ha levantar sus muros para intentar detener el embate de la epidemia, “Todos debemos combatir al zika” es la consigna.  La ONU también se ha hecho eco como era de esperarse  una noticia indica que: “La ONU ha instado este viernes a los países afectados por el virus del Zika a garantizar el acceso a métodos anticonceptivos y al aborto. Las leyes y políticas que restringen el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva vulneran las leyes internacionales y deben revisarse urgentemente", ha reclamado el alto comisionado para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein.

El responsable de Derechos Humanos ha urgido a los Gobierno a tomar medidas concretas para que las mujeres tengan información, soporte y servicios para ejercer su derecho a decidir sobre su maternidad.

Que buena manera de combatir al virus, eliminando a las “posibles” victimas antes que al victimario, esto suena más a un pretexto para “legalizar el aborto” que es algo por lo cual muchos grupos feministas y de género han estado presionando a los gobiernos por mucho tiempo.


“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!”  (Isaías 5:20).                    DJMM

“MODAS Y MAS MODAS”

      




En los últimos años se ha experimentado un “resurgimiento” de las doctrinas llamadas reformadas dentro del pueblo evangélico, cada vez es mayor la influencia que predicadores como: MacArthur, Piper, Sproul, Washer, Driscoll, Lawson, De Young, Chang, Mohler, Michelen entre otros están teniendo  sobre una generación que ha vivido envuelta en el evangelicalismo tradicional.

Este movimiento ha rescatado  la autoridad de las Escrituras, la Soberanía de Dios, la salvación por gracia, y muchas otras doctrinas que como si hubieran sido botadas al tarro de basura, ahora son hurgadas por jóvenes hambrientos que vivieron alejados de la verdadera religión y la piedad, aunque asistían semanalmente a la iglesia.

Todo esto parece muy bien, y podemos incluso decir que bien cuantas iglesias están tomando la perspectiva “reformada”, no es de extrañarse el encontrarse con iglesias Bautistas Reformadas, iglesias Pentecostales Reformadas o Iglesias Adventistas Reformadas, iglesias que han adoptado las doctrinas de la gracia en su declaración de fe.

Ante el “boom reformado” surgen inquietudes al mirar el comportamiento de estas iglesias y su miembros: Algo común a todas ellas es el hambre por escuchar,  cientos por no decir miles asisten a conferencias, a talleres, todos ellos  ávidos de oír estas “nuevas” verdades, pero tristemente cuántos de ellos están profundizando su conocimiento  por medio de un estudio formal de las Escrituras.

También se puede mirar  una tendencia de “acomodo” a la cultura y al mundo al utilizar medios y herramientas propias del secularismo como enganche o carnada para presentar el Evangelio de Cristo;  perdiendo de esta manera la diferencia entre lo que es bíblico y lo que es aceptado por la mayoría.  Quiera Dios que este movimiento cada vez más fuerte de “Reforma” no sea una más de las modas que una iglesia an.        DJMM

miércoles, 20 de enero de 2016

“NUESTRA REGLA DE VIDA”

        



La meta de la nueva vida en Cristo es que los hijos de Dios exhiban la “melodía y armonía” de Dios en su conducta. ¿Qué melodía? La canción de Dios de justicia. ¿Qué armonía? La armonía entre la justicia de Dios y nuestra obediencia.

Únicamente andando en la maravillosa ley de Dios podemos estar seguros de nuestra adopción como hijos del Padre.

La ley de Dios contiene en sí misma la dinámica de la nueva vida por medio de la cual Dios restaura Su imagen en nosotros; pero por naturaleza somos perezosos y negligentes, por lo cual necesitamos la ayuda y el estimulo de un principio que nos guie en nuestros esfuerzos.  Un sincero arrepentimiento de corazón no garantiza que no nos desviemos del camino recto. Es más, muchas veces nos encontramos perplejos y desconcertados.  Busquemos pues en la escritura el principio fundamental para reformar y encauzar nuestra vida.

La Biblia es nuestra regla de fe y conducta. La Biblia, por su carácter de libro inspirado por Dios, se constituye para el cristiano en su norma de vida y regla que determina lo que debemos creer y cómo debemos comportarnos. El salmista decía: “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105). Con esto indicaba que la Palabra de Dios era como una luz que alumbraba el camino por donde él debía transitar, es decir, le indicaba cómo debía conducirse en esta vida. Todos los principios morales, éticos, sociales y demás aspectos que conforman el proceder del cristiano deben estar basados en la Palabra de Dios. Todo debe ser sometido a la pregunta ¿qué dice la Biblia sobre este asunto? De esta manera podremos decir que la Biblia es en realidad nuestra única norma de conducta.                                                            (Juan Calvino – DJMM)